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Gobernabilidad, legitimidad y organización en tiempos de crisis sanitaria

Columna de opinión por: Diego Parra Sanhueza (Estudiante de Filosofía y Libertario)

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Llevamos desde el día 18 de octubre, y por declaración pública del presidente del gobierno, un enfrentamiento – Estamos en guerra frente a un enemigo poderoso. S.P. – entre la inmensa mayoría de la población del país, (que demanda justas reparaciones al atropello sistemático de los derechos humanos y derechos sociales) y el sistema político – económico neoliberal. En la práctica directa esto nos enfrenta contra el aparato estatal encargado del “orden y seguridad pública”, las policías y fuerzas armadas.

Bajo este contexto, a cinco meses del comienzo de la revuelta social, ha llegado a Chile el COVID-19, y teniendo en cuenta la crisis sanitaria que el país arrastraba desde que la salud se transformó en un negocio de privados, hoy, a les trabajadores del área les toca enfrentar (en pésimas condiciones tanto de infraestructura como de insumos para tratamientos de diversas enfermedades presentes en el país) una pandemia que está causando profundos estragos en los países donde se ha priorizado el desarrollo de la economía por sobre el cuidado de la salud de toda la población.

La utilización política de la pandemia por parte de este gobierno es evidente, se han adoptado medidas de resguardo público más acorde a un clima de revuelta social, como los cinco meses anteriores (acciones que de por sí ya son reprochables y constituyentes de violaciones a los derechos humanos), que a una crisis sanitaria. Ha sido demostrado por países como China y Rusia, que realizando efectivamente una cuarentena total, con los organismos del estado funcionando bajo una estricta disciplina y el correcto funcionamiento de sus sistemas de salud públicos, se puede controlar efectivamente el virus.

El caso de Chile es todo lo contrario, no tenemos herramientas en nuestro sistema de salud para enfrentar la pandemia, lo han dicho repetidas voces del área de la salud, autoridades de la materia, pero el gobierno ha utilizado esta crisis para intentar salvar su ya casi nula gobernabilidad.

Han pretendido deslegitimar las voces de las decenas de personas que son trabajadores y trabajadoras de la salud, que han protestado durante años por mejorar el sistema de salud público. Pretenden liderar un proceso para el cual no tienen capacidad y lo están dejando demostrado.

El caso de La Araucanía.

Hoy domingo 22 de marzo, hemos amanecido con la noticia de que la Seremi de Salud, Katia Guzmán, dio positivo al examen del Coronavirus, lo que obligó a las autoridades del gobierno regional a decretar una cuarentena para catorce miembros del gobierno regional, entre seremis y hasta el intendente.

En esta ciudad, la revuelta ha tenido especial énfasis en las luchas territoriales, así se han levantado instancias populares como las asambleas y cabildos territoriales, que se desarrollan en distintos sectores de la ciudad, y que, durante los cinco anteriores meses, al son de las manifestaciones en el centro, fueron conociendo a las personas de las brigadas de salud que se apostaban junto al pueblo que manifestaba el rechazo al régimen por su incapacidad de gobernar a los pueblos, atendiendo a los y las heridas producto de la represión policial.

Diversos talleres a las comunidades se han realizado desde este cuerpo de sanidad pública que nació como una línea más por de la defensa del pueblo. Frente al actual clima de legitimidad que enfrenta particularmente al ministerio de salud con los organismos profesionales de la salud, hoy nace la necesidad de profundizar los lazos entre estas brigadas de salud y las comunidades en sus territorios.

Para enfrentar efectivamente la pandemia, tal como lo han dicho en diversas oportunidades las voces de la salud, además de la necesidad de insumos médicos, se necesita un comportamiento correcto de la sociedad para contener el virus, el trabajo colectivo es fundamental. Esta tarea debe ser recogida por las asambleas populares de la ciudad, la coordinación interbarrial junto con los profesionales de la salud debn elaborar un plan de acciones coordinadas para enfrentar la contingencia.

Hemos decidido legitimar colectivamente a las voces como las de los cuerpos colegiados, como Izkia Siches, esto debe ser entendido como un traspaso de la legitimidad desde la figura del ministro hacia la presidenta del Colegio Médico de Chile, esto tiene implicancias en el terreno social.

Hoy en Temuco, debido al nulo compromiso por la salud expresado por el incumplimiento gravísimo de la cuarentena preventiva, por parte de la seremi, el gobierno regional ha caído en una situación de bloqueo, eso sumado a las decisiones progresivas de cierre tanto de fronteras como de comercio en general (a las que aun no llegamos), nos sitúa en una oportunidad de desarrollar los circuitos locales de economías menores, y va a depender tan solo de la organización popular como esto resulte. Ante el caso puntual de la necesidad de cooperación por la contención del virus, hoy podemos dar un ejemplo de co-gobernanza entre distintos actores de nuestra sociedad.

No olvidemos que además enfrentaremos un problema de comunicaciones ya que la irresponsabilidad de la seremi ha llevado a que se lleven a cuarentena a todos los medios informativos de la región. Esta, es sin duda alguna, la oportunidad para masificar los medios de comunicación social, los medios de contrainformación que se han venido constituyendo al compás del desarrollo de las distintas manifestaciones de los territorios y las distintas demandas sociales. Son también hoy un tercer actor fundamental para lograr la organización colectiva que se requiere en la población de la ciudad

En particular, la labor de información debe ejecutarse en los barrios donde existe menor acceso a la información, menores recursos económicos, mayores situaciones de insalubridad, entre otras, como también el particular caso de las familias en situación de campamento, aquellos que hoy no tienen acceso ni siquiera al agua, y que vienen demandando el acceso a la vivienda y a la salubridad con anterioridad al desarrollo en Chile del COVID-19.

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