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La “Jaraneta” no tiene potencia suficiente para vencer a la “Kastmioneta”

Columna de opinión por Alejandro Boehm analista político

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Aunque la mayoría de las encuestas proyecta a la candidata oficialista Jeannette Jara en una eventual segunda vuelta, ninguna la da como ganadora frente a los postulantes de derecha. La razón es evidente: Jara representa al Partido Comunista, y Chile —por más que cueste reconocerlo a ciertos sectores— sigue siendo un país de tradición conservadora, que desconfía de modelos estatistas y de propuestas que amplíen la burocracia en beneficio de militantes de gobierno.

El ciudadano común no busca más papeleo ni privilegios partidarios. Lo que se demanda es mayor dinamismo económico, más competencia en el mercado y menos trabas para emprender. El capitalismo, con sus imperfecciones, ha demostrado que funciona cuando existen reglas claras y planificación. El socialismo, en cambio, se sostiene en una visión de lucha de clases que promueve la igualdad sin esfuerzo ni mérito, lo que genera distorsiones e incentivos perversos.

En la historia reciente de Chile, ambos extremos han dejado heridas. La dictadura militar de Pinochet, para algunos un “líder ejemplar”, fue en realidad un tirano que violó sistemáticamente los derechos humanos, se aferró al poder y acumuló un patrimonio incompatible con su rol público. En la otra vereda, Salvador Allende representó el fracaso de un socialismo improvisado, que dividió al país y puso en riesgo su estabilidad institucional con medidas como la expropiación del cobre, una política que, aunque defendida como soberanía, no fue más que un despojo bajo otro nombre.

Hoy, medio siglo después, Chile vuelve a encontrarse atrapado entre dos polos irreconciliables: José Antonio Kast, desde la ultraderecha, y Jeannette Jara, desde la ultraizquierda. Ninguno representa un “mal menor”, porque ambos arrastran riesgos evidentes: Kast ofrece seguridad y estabilidad económica, pero gobernaría sin mayoría en el Congreso y con una dependencia de sus atribuciones presidenciales; Jara, por su parte, llegaría sin base parlamentaria, proponiendo reformas que amenazan con aumentar la cesantía, debilitar la inversión y tensionar la seguridad pública.

El dilema no es menor: ¿quién logra transmitir confianza en un escenario polarizado? ¿Quién logra convencer más allá de sus bases duras? Hoy las encuestas anticipan lo que muchos piensan: la “Jaraneta” no tiene fuerza suficiente para vencer a la “Kastmioneta”. Y mientras los demás candidatos parecen fuera de competencia, Chile se encamina, otra vez, hacia un desenlace dominado por los extremos.

Quizás lo único que queda es esperar un giro inesperado… o, como muchos dicen en tono medio serio, medio en broma: rezar por lo que viene.

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