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Confirman primer caso de influenza A(H3N2) en Chile: ¿Qué hacer y cómo prevenir contagios?

El Ministerio de Salud informó la detección del primer caso en Chile de una variante del virus influenza A(H3N2). Especialistas llaman a informarse con calma, reforzar las medidas de autocuidado y consultar tempranamente ante síntomas, destacando la importancia de una comunicación clara y empática para reducir la incertidumbre en la población.

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El Ministerio de Salud de Chile confirmó la detección del primer caso en el país de una nueva variante del virus influenza A(H3N2), en el marco del sistema de vigilancia epidemiológica que monitorea de manera permanente la circulación de virus respiratorios. La autoridad sanitaria precisó que este hallazgo no implica una situación de alarma, sino que responde a los protocolos habituales de detección temprana y prevención.

¿Qué es esta nueva variante de influenza?

La influenza A(H3N2) es un virus respiratorio estacional ampliamente conocido, que puede generar síntomas como fiebre, tos, dolor de garganta, congestión nasal, dolores musculares, dolor de cabeza y malestar general. La variante detectada corresponde a una modificación genética del virus, identificada gracias al monitoreo constante que permite anticipar escenarios y fortalecer la respuesta sanitaria.

Desde el ámbito de la comunicación de riesgo, el desafío está en explicar con claridad qué significa esta detección, evitando tecnicismos y entregando información útil para que las personas sepan cómo actuar.

“Detectar una variante no es sinónimo de una crisis sanitaria. El riesgo aparece cuando la información no es clara o llega de forma tardía. Informar bien es parte esencial de la prevención”, señala el académico y magíster en comunicación estratégica Rodrigo Durán Guzmán, quien además integró el equipo de comunicación de riesgo durante la pandemia del COVID-19.

Informar sin alarmar: una clave aprendida en pandemia

Uno de los principales aprendizajes de los últimos años es que la información clara, directa y empática disminuye la ansiedad social y fortalece la confianza en las decisiones sanitarias.

“La comunicación de riesgo no busca generar miedo, sino orientar conductas. Cuando las personas entienden qué ocurre y qué deben hacer, se reduce la incertidumbre y se promueve el autocuidado responsable”, explica Durán.

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